miércoles, 28 de agosto de 2013

La Educación y los educadores, un problema social.

Qué personas más miserables son los que juzgan a los docentes que se manifiestan sin estar bien informados y encima les tachan de haraganes.
Me molesta mucho la gente ignorante que opina por opinar, o que cree que por ser estudiantes universitarios saben más que los docentes que enseñan a sus hijos, sobrinos o primitos. Siendo que en manos de estos docentes está el aprendizaje de esos niños, gracias a ellos saben leer y escribir, saben sumar y restar, multiplicar y dividir, y en muchos casos les habrá tocado profesores que hasta les sirvieron de inspiración para seguir una carrera o una profesión.

Es cierto que la educación es un derecho pero ¿Acaso los docentes no tienen también derecho a una jubilación más digna? Y si vamos a hablar de derechos hace muchos años los derechos de estos profesionales han sido pisoteados, al igual que el derecho de los jóvenes a estudiar. El problema no es sólo las clases perdidas sino el sistema de educación que tenemos, la poca inversión para la Educación, el poco interés por parte del Gobierno sobre la educación, y por sobre todo la malversación de fondos y la corrupción reinante en todo nuestro país; y la solución no es callarnos y seguir aguantando a que se burlen de nosotros.

Me pregunto ¿Cómo es que el MEC no tiene presupuesto para los docentes pero sí para los funcionarios administrativos de los Ministerios, o para reservar un espacio en los periódicos para avisar que serán descontado su salario? Y me parece más estúpida la gente que apoya que se les descuente porque no trabajaron, algunos hasta dicen que están con ellos pero que se está perdiendo clases y deberían ver otra forma de solucionar, pero cómo van a solucionar si la misma ministra se niega a dialogar y llegar a un acuerdo, y hay que recordar también que la huelga y las manifestaciones también son un derecho del trabajador.

No solo los niños y jóvenes pierden, los propios docentes que vienen de lejos, del interior y a pasar la noche con frío para reclamar sus derechos y una justa jubilación, ellos también pierden y gastan tiempo y hasta su salud. Para muchos, los docentes deben callarse no más, ya que no  hacen nada.

Por otra parte esos jóvenes que solo dicen que quieren estudiar, y que les molesta la huelga por perder clases no les creo, porque si fuera así debieron informarse antes por qué están peleando los docentes, que es por la Educación, y además, ¿A quién quieren engañar que se mueren por estudiar? Si cuando somos adolescentes todos queremos joder y vagar por ahí. Éstos son adolescentes manipulados por sus propios padres. Aunque estoy de acuerdo con que reclamen también pero reclamen al Gobierno, no a los docentes, y lo mismo les digo a esas comisiones de padres que pretenden manifestarse en contra de los docentes si esto continúa, estos padres son los que nunca fueron maestros, nunca enseñaron nada o que creen que de esa forma, enfrentándose con los docentes, que dicho sea de paso son los que les enseñan a sus hijitos, creen que van a solucionar. A ustedes padres infórmense bien antes de reclamar y reclamen a quién tienen que reclamar y no a quienes se les cruce primero.

Ser Profesor en Finlandia es lo más alto a lo que se puede llegar a ser,profesionalmente pero ser docente, en Paraguay es mendigar por tus derechos, y que todo el mundo se ponga en tu contra, porque solo ellos saben lo que es enseñar, aguantar a esos niños akahata partida, buscar la forma de llegar o que llegue lo que se quiere enseñar, recibir un sueldo miserable por todas las horas de clases y que lleves parte de tu trabajo a tu casa, porque el trabajo de un docente no termina en las aulas. Claro, por eso nadie quiere ser docente, y todos quieren ser ingenieros, médicos o abogados. 

martes, 20 de agosto de 2013

Qué complicado es el negocio de la vida.

Es tan complicado el negocio de la vida, cuando le dedicas todo el tiempo que tenes a un sueño, porque te dijeron que hay que luchar por los sueños y al final nunca sabes si vas a lograrlo, o lo alcanzas y pensabas que así ibas a ser feliz, pero resulta que no te sentís feliz.

Tanto nos complicamos que me vienen tantas preguntas a la cabeza: ¿Para qué hacemos planes si sabemos que el futuro nunca es seguro? ¿Para qué nos esmeramos estudiando una carrera si sabemos que mañana mismo podemos morir? ¿Para qué soñamos si el presente es la vida que tenemos?... son tantas preguntas sin respuestas, y tantas cosas que seguiremos haciendo sin saber por qué.

Nos matamos trabajando y algunos hasta se dan el lujo de ahorrar pensando en un futuro, invertimos nuestro dinero en planes para el mañana, y el presente no disfrutamos al cien por ciento, todo porque el mañana es más importante, cuando el mañana muy pronto se vuelve ayer, y el ayer ya no podemos cambiarlo, solo recordarlo.

Nos cuidamos demasiado porque tenemos miedo a equivocarnos, o tropezar con la misma piedra de ayer, lo que nos pasó alguna vez nos dolió y no queremos volver a pasar por lo mismo y nos cerramos a nosotros mismos, nos negamos a la oportunidad de volver a equivocarnos con el propósito de aprender más cada vez, nos olvidamos que somos humanos y equivocarse es una cualidad nuestra.

Y la vida se vuelve más difícil cuando volver a confiar en la gente es un desafío de todos los días, y cuando lo hacemos, nos traicionan de vuelta, y a veces, de las persona  menos esperada. Todo se complica más aún a medida que crecemos y abrimos los ojos a la verdad y es preferible la verdad a que nos mientan, pero cuando sabemos la verdad nos duele, qué complicados somos, y lo que duele no es la verdad en sí, sino que no sea como nos gustaría.

Decimos siempre “yo en su lugar haría esto”, pero cuando nos toca algo difícil hacemos lo contrario sin saber por qué, y es que las cosas nunca son seguras en el negocio de la vida ni nuestros propios actos. Nos movemos por el sentimiento, nos alegramos en el presente por un rato y nos amargamos por el pasado, que ya no volverá. 

martes, 6 de agosto de 2013

¡Nos estamos despertando!

Hace un mes tenía unas ganas inmensas de escribir sobre varias cosas y lo dejé pasar pero voy a hacerlo ahora aunque ya no con las ideas que tenía, pues ya no recuerdo perfectamente.

En estos meses estuve adentrándome más en una organización internacional que lucha por los derechos humanos y fui conociendo gente muy buena, muy consciente de la realidad y muy positiva, así que también me manifesté más, como ya lo iba haciendo el año pasado a través de las redes sociales, contra todo tipo de injusticias, lo que me llevó también a querer participar en una manifestación de mis compatriotas, cosa que siempre quise hacerlo desde la época del “Primero de Marzo”, cuando era muy pequeña y no entendía todavía lo que pasaba en mi país. Esta vez invité a varias personas a través de las redes y fui a manifestar mi repudio contra los parlamentarios que aprobaron a medias una ley tan estúpida, en la que un diputado podía jubilarse en cinco años percibiendo un salario multimillonario cuando los docentes están peleando por una jubilación después de 25 años y por un mísero sueldo. Mi experiencia allí fue más que buena ya que nunca había visto a ancianos manifestándose, siempre veía jóvenes que reclamaban por esta injusticia, pero me llamó y me tocó en el fondo del corazón ver a varios ancianos en esta manifestación.



Era un día frío y mi mamá, como siempre no quería que vaya, pero me venía a la memoria las frases que había escrito en las redes y mi posición acerca del tema, y habría sido una gran incoherencia si no iba a manifestarme por culpa del frío. La idea no era solucionar lo que nos parecía injusto sino manifestar nuestro repudio hacia estos diputados y senadores, que se sienta nuestra vos, sumando la mía con todos, así que fui.


En una de esas todos coreamos canciones como “Patria Querida” y cada vez se volvía más sentimental y patriótica la situación, era contagiante la energía de todos los jóvenes presentes en la plaza, el frío ya i se sentía, todos querían hablar a través del micrófono, y lo hacían por turno, cuando una anciana agarró el micrófono y habló, contó brevemente su historia diciendo que era maestra hace años y que hasta ahora sigue esperando su jubilación para cobrar una miseria por enseñar tantos a los que tal vez hoy estén allí arriba, pero no pudo terminar de hablar porque empezó a llorar. Fue algo que a lo mejor no haya salido en la televisión, pero nunca voy a olvidar, me dió tanta rabia y me sentí tan impotente al verle llorar y no poder hacer nada por ella. Así me comprometí a mí misma a hacer algo por este país desde donde esté, haciendo lo que me gusta, ayudando y sobre todo tratando de cambiar, no el mundo, pero sí la mentalidad de muchos paraguayos y de los que quieran un mundo mejor, todos podemos cambiar desde donde estemos, solo tenemos que despertarnos antes para levantarnos y resistir para seguir y... algún día algo va cambiar, algo bueno va llegar. Sólo eso falta, despertarnos, y lo estamos haciendo. Y eso me demostró que los paraguayos ya estamos dando el primer paso... ¡Nos estamos despertando!